
Palabras, al fin y al cabo son sólo palabras que se las lleva el viento y es como si no se hubiesen sucedido para así poder encontrarles el sentido. Lo que realmente importa es el lenguaje de los gestos, la expresión de los ojos, lo que no estamos dispuestos a desvelar. Lo que creemos que nos va a guardar el secreto. Pero que son las más auténticas, las que se expresan con más claridad.
Sentimientos de rabia, impotencia, miedo,... ¡Qué más da!
En el fondo sabemos que cuando algo así ocurre, es que, sea lo que sea, no ha hecho más que empezar...Es una manera de ponernos las pilas y hacernos reaccionar.Es meter el dedo en la llaga, arrancar esa venda bruscamente para curarla, aunque el pánico se apodere de nosotros y nos inmovilice sin poder evitar dejarnos llevar.Porque, aunque sea una herida oculta tras una gasa, va pidiendo a gritos que la sanen ya. Una vez que la herida queda al descubierto duele mucho más. Se percibe el ardor que el rastro del alcohol va dejando al caer como si de una gran bola de fuego se tratase, penetrando de repente en tu piel.
En un primer momento, parece que perdemos el equilibrio y que de un momento a otro nos vamos a desmayar.Escalofríos y sofocos recorren el cuerpo...caos en nuestro riguroso orden que lo desequilibra por completo.
Reflexión...
Y luego viene esa sensación de alivio, aunque acompañados a su vez de esos resquemores de los que nos será difícil despojarnos y que nos recuerdan que es el tiempo el que se encargará de paliar. ¡Qué contrariedad!, ¿verdad?
Pero es precisamente eso lo que nos ayuda a crecer un poquito más. A prestar atención a aquello con lo que realmente soñamos para así estimularnos más. Bajar de las nubes y pisar tierra firme, activando los cinco sentidos para que no se nos escape nada. Y si es aquello lo que realmente queremos lo atraeremos hacia nosotros como si fuéramos un imán.
Aceptar que todo cambia, que el Universo está en constante movimiento, que somos una minúscula parte de ese Absoluto, que si llegásemos a conectar con El, sería perfecto.No sabría muy bien definirlo, si misticismo, o simplemente conectar con lo más profundo de nuestro Ser, espiritualidad o trascender, traspasar los límites de la experiencia vivida o comprender el significado de esa herida que tanto nos afanábamos en ocultar. ¿Miedo quizá?...
Miedo a escuchar esas palabras que, tan silenciosas te indican que es momento de reencontrar, permitir, tolerar, de aceptar, avanzar, luchar, arriesgarse, o cambiar,...¿Será que empezamos a ser conscientes de lo que nos ocurre, y empezamos a tomar responsabilidades sobre nuestro estado de ánimo y conductas?...
Palabras sin nombre.
Silencios mudos.
Vacío repleto.
Riesgos bien atados.
Y nuestras situación por conformar...
Es nuestro corazón el que va trazando el camino, y si no les escuchamos, cada vez van hablando más bajito pero nunca sin callar.
Son palabras y silencios aquellos que nos abren los ojos y nos empujan a descubrir la verdadera realidad.