
Hoy es un día “raro”...
De esos que estés donde estés, vayas donde vayas y veas o leas lo que sea, encuentras actitudes, comentarios, advertencias, coletillas,...en fin, cosas que te hacen reflexionar si verdaderamente nos conocemos, si sabemos quienes somos y cómo somos realmente, por qué nos comportamos de una forma u otra y sobre todo, cual es nuestra misión en la vida, qué prioridades damos a las cosas en nuestra mente, en definitiva, qué hacemos AQUÍ. Por qué nos empeñamos en hacerle la puñeta al de al lado, si, como decimos en mi tierra, “no puedo con mi vida y tengo que llevar pa`lante la de los demás “. Por qué no somos transparentes, por qué nos cuesta tanto SER NOSOTROS MISMOS...
Desde esta mañana hasta ahora, no he dejado de encontrarme situaciones, todas con un denominador común:
- INTENTAR FASTIDIAR A ALGUIEN...
Pero, ¿nos hemos preguntado alguna vez qué provecho sacamos de eso?
Si nos paramos a pensar unos minutos y analizamos la situación resultaría totalmente absurda.
Ya que:
Nuestra vida consiste en dar pasos hacia delante, tomar el rumbo correcto y disfrutar
del paisaje. Si se avecina tormenta, tenemos tres opciones:
- Resguardarnos y esperar que pase, total, tenemos tiempo (seguramente no tengamos nada mejor que hacer).
-Arriesgarnos, abrir un paraguas, y seguir nuestra ruta.
-Que no hay paraguas,...pues a mojarse un poquito, quizá eso nos venga bien para depurarnos por dentro, aunque nos empapemos por fuera.
Nuestra vida es nuestra. No dependemos de nada ni de nadie. Somos lo suficientemente maduros como para no obedecer a ningún tipo de conducta,
comportamiento o acción que no nos aporte nada positivo, (a no ser que esa necesidad de perjudicar al otro sea imperante y vital para nuestra integridad física y emocional, víctimas de alguna patología o neurosis), ya que seríamos responsables directos de nuestros actos.
En el camino podemos encontrarnos con más personas, todas diferentes entre sí, pues
sino sería bastante aburrido encontrarse con muchos “yoes” en cada esquina...
Todos actuando, pensando, sintiendo, comportándonos exactamente igual,...
Carencia total de emoción. No habría intercambio de opiniones, ni miradas
provistas de complicidad, ni afinidad, atracción, percepciones, puntos de vista
...en definitiva, no habría chispa. Seríamos simples reflejos de nosotros mismos.
Por lo tanto, al ser algo totalmente imposible, tenemos que saber RESPETAR al otro. ACEPTARLO con sus defectos y sus virtudes, con su forma de entender la vida, el
el mundo, con sus palabras y sus silencios. Pudiendo discrepar con él en ciertos
conceptos, haciendo apreciaciones, aportando pero sabiendo recibir también.
Cuando recibimos respuestas que influyen positivamente en nuestra conciencia todo es
maravilloso, en cambio, si estas réplicas no son las que esperábamos oír, tendemos a ponernos a la defensiva, cómo, de la mejor manera que creemos saber.
Pasamos de intentar una comunicación verbal racional y adulta a los ataques orales o comentarios escritos, a los típicos “tiritos” que denotan un claro estado de rabia,
enojo, envidia, soberbia, competitividad o “simple” manía...
La vida no consiste en SER MAS QUE NADIE, en SER EL MEJOR, sin ver más allá
de nuestras narices. La vida es algo más.
Por qué malgastar el tiempo “maquinando” la manera de fastidiar a nadie si, en realidad, nos estamos haciendo la puñeta a nosotros mismos. Pues siempre tendremos la conciencia intranquila, sin permitirnos disfrutar de la belleza de las cosas, de las personas, de su interior, de su esencia...Pongámoslos en una balanza a ver qué nos pesa más...
“LA VIDA ES SER UNO MISMO, DAR LO MEJOR DE NOSOTROS, SABER
ACEPTAR LAS CRITICAS, APRENDER DE ELLAS, APRENDER DE
NUESTROS ERRORES, ACEPTARLOS CON DEPORTIVIDAD, APRENDER
DEL OTRO, PISAR FUERTE, DEJAR HUELLA
SEGUIR EL RUMBO Y NUNCA PARAR DE CAMINAR”.